Queridos Reyes Magos:

Desde este oasis de paz y tranquilidad de la España rural os envío esta carta. Sé que entre los millones de personas que os escriben exponiendo sus deseos, tratáis de hacer realidad cada sueño. Que hacéis vibrar a niños y niñas en cualquier parte del planeta. Y que incluso, entre los que dejamos la inocencia atrás, tenéis adeptos.

Hoy será un día especial en ciudades y grandes pueblos. Las carrozas recorrerán las calles y el alborozo inundará cada esquina esperando ver a su Rey preferido.

Tal vez entre el griterío de las grandes masas vosotros, que sois capaces de percibir cualquier detalle, sintáis el deseo de aquellos niños que no pueden veros en los pequeños municipios de España. Pueblos que permanecen en silencio porque el desarrollo industrial les arrebató cualquier oportunidad de prosperar y las risas infantiles se fueron apagando. Y en ese silencio, en el que pareciera que Herodes hubiera cumplido su venganza al borrar cualquier signo infantil en determinadas zonas, hay personas (nuestros mayores) que merecen, que en sus camas, mañana aparezca un regalo que les recuerde que su soledad es menor cuando alguien les tiene presente.

Queridos Reyes Magos, os envío esta foto de mi pueblo, Bonilla de la Sierra, uno de los más bonitos de España, para que podáis, esta madrugada, encaminar vuestros camellos a sus calles. Podréis comprobar que bajo la quietud del presente se esconde un pasado repleto de esplendor. Bajo su cobijo nuestros mayores nos enseñan que la resiliencia es mucho más que una palabra. Y que la continuidad de sus enseñanzas y su amor hacia el mundo rural depende de nosotros, sus descendientes.

Cuando atraveséis cada una de sus viviendas y el trabajo haya concluido, avanzad por la carretera hacia Cabezas de Bonilla, donde sí hay juventud y hacia Rivera del Corneja y Pajarejos, donde la quietud es todavía mayor en estos parajes abulenses.

Feliz travesía por el mundo rural Reyes Magos. Gracias por hacer que la ilusión siga viva, incluso en los momentos más difíciles.