Bonilla de la Sierra cambia el nombre de cinco de sus calles. Era uno de esos escasos reductos que mantenían el recuerdo de un pasado que algunos defienden y otros ni quieren mencionar. Una discusión con la que pretende acabar la Ley de Memoria Histórica de 2007, por la que se prohíbe cualquier tipo de exaltación a una época de nuestra historia digna de olvidar.

Los habitantes de más edad, aquellos que nacieron en la etapa de la postguerra, no recuerdan el cambio a los nombres que ahora desaparecen. La vida no era fácil en un momento en el que los más adinerados dominaban el lugar, se recibía una peseta al día por cuidar “cochinos” , no había seguridad social y ponerse enfermo suponía pagar al médico por sus cuidados. Un doble problema añadido…

Numerosas idas y venidas por este pequeño rincón del mundo en el que, probablemente, muchos ni se preguntaran quiénes eran aquellos que presidían el rótulo. Tal vez no había un instante para pararse a pensar si ese lugar por el que todos los días se pasaba tenía el nombre de alguien poco oportuno. No queda mucho tiempo para mirar una placa cuando lo urgente es trabajar para sacar, difícilmente, a una familia numerosa adelante y los lujos son una quimera.

Probablemente los nuevos habitantes que fueron llegando ni siquiera aprendieran todos los nombres de los rincones de este histórico pueblo medieval. Si hacemos un ejercicio de memoria, ni siquiera nosotros los sepamos y mucho menos qué hicieron y quiénes fueron para ganarse su paso a la historia.

Sin embargo, es curioso comprobar que fuera un turista, un senador valenciano: Carles Mulet, de Compromis, quien en un intento por salvar de la minería a cielo abierto a varias poblaciones de Ávila, entre ellas Bonilla de la Sierra, decidiera dar el paso de denunciar que el pasado seguía presidiendo determinados puntos de este municipio.

En 2020 el ayuntamiento de Bonilla aprobó por unanimidad volver a restaurar los nombres antiguos. Hoy el presente vuelve a llamar a la Plaza del Generalísimo, “Plaza Mayor”. A la calle de Calvo Sotelo, “El Tostado”. A la de José Antonio, “El Sol”. A la de Teniente Pascua, “Matute”. Y a la del General Franco, “Calle de la estación”.

Tal vez dentro de muchos años los lugareños tampoco recuerden el cambio recientemente llevado a cabo. Probablemente el día a día nos sumerja en nuestra burbuja de rutina y normalidad, sin pensar que aquellas zonas por las que andamos tienen una gran historia que deberíamos conocer.

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