Tan solo una palabra sirvió para destruir los sueños. Los tuyos, los míos, los de todos los que te queríamos. Alzheimer, dijeron. Y esa maldita palabra nos acompañó hasta el final.
Aunque la enfermedad también tuvo su lado bonito. Me enseñó a descubrir la niña que llevabas dentro. La gran fragilidad que tantas veces ignoré, ante la creencia de que eras tú quien tenía que protegerme y no a la inversa. O la enorme fuerza que surge ante la adversidad.
El reloj se detiene ante el horrible momento, a sabiendas de que la lucha está perdida. No hay ninguna oportunidad. Solo el deseo de que el olvido no sucumba a los recuerdos a gran velocidad. Que la mirada no se pierda en el infinito.
Pero es inútil. El vacío va haciéndose cada vez más grande. Admirable el esfuerzo por recordar cada pequeño paso. Y cuando los nombres desaparecen, los rostros se difuminan y las palabras enmudecen, solo queda un pequeño gesto, difícil de interpretar.
Tremenda burla de la vida que hace morir dos veces. El Alzheimer primero destruye el cerebro, después el corazón, Dos despedidas para quienes les cuidan y quieren. Un poco morir en vida, en perfecta conjunción con quien tanto les dio.
Mientras los días pasan, encerrados en su propia noche, una caricia intenta resurgir algún sentimiento. Piel con piel, demostrando que el amor no es flor de un día. Que los acompañará en la eternidad. Y cuando ese día llegue, la prisión de una mente que dejó de pertenecerles dará paso a la paz total. De nuevo hacia la libertad.
La música seguirá sonando. Esa que cantabas en tus buenos momentos y que, durante tu enfermedad, volviste a interpretar en los momentos menos duros. Hasta que solo quedaron las notas, de fondo, formando parte de la banda sonora de una vida que siempre permanecerá en el recuerdo. En el mío, el de otros…En el de tu querido pueblo: Bonilla de la Sierra, ese que cuando apenas nada recordabas, grabado en tu memoria, volvías a nombrar.
Hola Inma,
He leido con lagrimas en los ojos ese retrato escrito de los que sufren de Alzaheimer
has utilizado verdaderamente las palabras que habia que utilizar dulces y sensibles
para que cada uno sienta lo que es esa maldita enfermedad.
Vivo en Francia y me gusta mucho leer lo que escrives!
y mas que todo saber lo que se vive en Bonilla, bueno o malo.
Un abrazo fuerte .
Solines hija de Flora y Domingo
Hola Soledad:
Muchas gracias. Lo malo es que solo podemos poner palabras a lo que sentimos los que les rodeamos pero no a lo que ellos pueden sentir, Al menos queda el consuelo de haber estado a su lado y haber intentado hacerles la vida un poco más feliz.
Gracias por leernos. Seguiremos escribiendo sobre Bonilla, Cabezas, Pajarejos y sobre la vida en general.
Un abrazo grande para ti y los tuyos, en especial para tu padre.
Inma