Estos días los turistas que acudan a Bonilla de la Sierra podrán encontrar, antes de entrar en la “oficina de turismo”, a un Masai junto a una mujer con un ternero en sus hombros. Dos de las esculturas que forman parte de la exposición del escultor abulense José Antonio Elvira.

Cada una de las obras que forman parte de esta exposición parecen tener vida. El guerrero africano muestra el orgullo, la arrogancia y el misterio de su tribu. Su fisonomía esbelta, de rasgos finos, labios gruesos, abdominales marcados, inseparable de su lanza para cazar leones, parece que va a comenzar a andar en cualquier momento. Flanqueando el otro lado de la puerta una mujer, inspirada en la escultura etrusca: “el Moscóforo”, la primera que incorporaba la figura de un animal. En definitiva, la reivindicación del mundo ganadero por parte del autor.

En el interior nos esperan un busto del exjesuita español Vicente Ferrer. Un perro que parece de verdad. La vaca con el becerro o el toro con un personaje que le agarra de los cuernos, sometiéndole. Esta última inspirada en la mitología, en uno de los trabajos de Hércules. Porque la mitología es otra de sus fuentes de inspiración  desde hace décadas.

La reivindicación también está en su ADN, no en vano José Antonio Elvira se caracteriza por su defensa hacia los derechos humanos, aunque en esta pequeña muestra que exhibe en Bonilla, tan solo aparezca la escultura de un manifestante en una moto.

Esculturas hechas con la emoción de un artista que solo utiliza material reciclado, actualmente exclusivamente hierro, en otra reivindicación sobre el consumo. Material reutilizado que va archivando en función de sus posibilidades estéticas y plásticas y que a veces sugiere la talla. En otras ocasiones es el propio escultor quien hace un boceto para llevar a cabo una escultura en concreto. Pero al final siempre es el mismo resultado: hierro transformado en sentimiento.

Cuando se acerquen a la exposición podrán comprobar en el cuello del Masai dos coronas de bicicletas, a modo de colgante. Y en la escultura de la moto, la carcasa de la Vespa, hecha con la puntera de unas botas viejas. Aunque en otras ocasiones puede haber discos de frenos, un timbre de bicicleta, un martillo…

Una exposición con alma, que permanecerá en Bonilla de la Sierra durante el mes de agosto. Y que se complementa con la exposición “Miradas del pasado”. Una retrospectiva con más de 100 fotografías sobre Bonilla de la Sierra, que nos muestra el pasado de uno de los pueblos más bonitos de España.

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