Silencio. Sobran las palabras cuando el respeto domina la escena. Cuando lo que está a punto de acontecer sobrepasa cualquier expresión. Cuando la pasión por la tradición revive el momento del dolor. Cuando hace su aparición la “Procesión de los Negros”, en Bonilla de la Sierra. Es Semana Santa. Es momento de recordar ante la imposibilidad de poder celebrar. Es tiempo de soñar…
A punto de expirar el Jueves Santo, en ese minuto que nos trasladará al Viernes Santo, bonillenses, vecinos de localidades aledañas, abulenses en general y turistas esperan, un año más, vivir esta procesión única en España. Lo harán dentro de la impresionante colegiata: San Martín de Tours, que alberga uno de los pueblos más bonitos de España.
La oscuridad, aliviada por las velas encendidas, aumenta la magia del instante. Probablemente aquellos que no hayan asistido anteriormente esperen alguna saeta. Un cortejo de cofrades acompañando a las imágenes por las calles del pueblo. Pero nada más lejos de la realidad.
En la sacristía el sonido de una esquila anuncia el inicio del evento. A esta le seguirá el eco de una especie de fagot. Tras ellos el estruendo de un tambor retumbará en los muros de la iglesia gótica. Y más allá.
Vestidos de riguroso negro, de ahí el nombre recibido: “Procesión de los Negros”, únicamente tres personas hacen su aparición. Sin aglomeraciones. Sin multitudes. Ellos tres, acompañados por sus inseparables instrumentos que harán sonar durante el itinerario señalado. Pero no procesionarán al mismo tiempo. Marcando el paso, el primer “penitente” recorre los metros que le separan de la calle a paso lento. Muy lento. Cuando salga de la iglesia el segundo repetirá la acción. Al igual que el tercero. Y a partir de ese momento, los tres serán protagonistas absolutos de la solemne madrugada, a 30 metros de distancia uno de otro. Ellos con sus pensamientos. Con la esquila, el fagot y el tambor resonando en su largo o corto recorrido, en función de las condiciones climáticas. Sin cambiar el paso hasta que su andar les lleve al punto de partida.
Al día siguiente repetirán la acción tras el Vía Crucis, anunciando la muerte de Cristo. A la luz del día el negro, símbolo del luto por la crucifixión de Jesús, se aprecia mejor, aunque la solemnidad sea la misma. Y así, desde la humildad de quien procesiona, acompañarán al Santo Sepulcro horas después, junto al resto de la población y ya a cara descubierta.
Bonilla de la Sierra: Semana Santa con sabor rural. Con identidad propia, reivindicando las tradiciones. Hoy sin procesiones pero con cada uno de los que no podemos estar a tu lado, con los sentimientos a flor de piel.
Es tiempo de reflexión, de meditación pero también de reivindicación: la de mayores ayudas e iniciativas para evitar que la despoblación acabe con nuestros pequeños pueblos y sus costumbres.